La acelga y la betabel o remolacha forman parte de la familia de las quenopodiáceas y de la especie Beta Vulgaris.
Son plantas bianuales, cultivadas por su raíz, tallo y hojas.
Existen cinco subespecies de la Beta Vulgaris:
Algunas variedades de la remolacha son de cultivo temprano, mientras que otras son de conservación o guarda. Los colores de sus raíces pueden variar desde el rosado al rojo, pasando por el amarillo, el malva y el blanco. Sus formas también pueden ser muy variadas; las hay redondas, achatadas, largas y cónicas.
Las acelgas son conocidas principalmente por sus tallos blancos y hojas verdes, pero también pueden ser amarillas, rosadas, rojas o totalmente verdes y más pequeñas, muy cercanas a la especie silvestre.
Las flores de la acelga y de la remolacha son pequeñas y hermafroditas, pero los estambres u órganos sexuales masculinos, liberan el polen antes de que el pistilo, el órgano sexual femenino, sea receptivo, por lo que son auto-estériles.
La acelga y la remolacha son alógamas, es decir, necesitan de otras plantas para asegurar su polinización. También son anemófilas: son polinizadas principalmente gracias al viento. Sin embargo, algunos insectos, como los dípteros y los hemípteros, pueden polinizarlas.
Todas las acelgas, incluidas las silvestres, y todas las remolachas, incluidas las forrajeras y las azucareras, pueden cruzarse entre ellas.
Para evitar el cruzamiento de dos variedades de Beta vulgaris, se deben cultivar dejando una distancia de 1 kilómetro entre ellas. Esta distancia puede disminuirse a 500 metros en caso de que exista una barrera natural, como un gran seto o una hilera de árboles. En las regiones de cultivo de remolacha para la producción de semillas, de deben dejar al menos 7 kilómetros entre los cultivos.
También es posible practicar el aislamiento varietal con la ayuda de dos mallas mosquiteras, abiertas de manera alternada. Para conocer esta técnica se puede consultar la sección «Técnicas de aislamiento”, que se encuentra en el DVD del “ABC de la producción de semillas».
Esta película fue hecha en una zona de clima templado, en el hemisferio norte. No olviden adecuar el calendario al clima de su localidad.
Durante el primer año las plantas de remolacha y de acelga destinadas a la producción de semillas se cultivan de la misma manera que aquellas para el consumo. Durante el segundo año producirán sus semillas.
A pesar de que con pocas plantas se puede obtener una gran cantidad de semillas, se necesita un mínimo de doce plantas para mantener una buena diversidad genética.
Las remolachas generalmente se cosechan en otoño, al final del primer año. Al sacarlas de la tierra, se seleccionan según las características propias de la variedad, como el color, la forma y el vigor.
Luego, se limpian un poco, sin lavarlas y se cortan las hojas por encima del cuello.
Después se cubrirán con arena, en un silo, para protegerlas de las heladas y de la luz. Las condiciones ideales de almacenamiento son una temperatura de 1° Celsius y una humedad que oscile entre el 90 y el 95%. Es importante controlarlas durante el invierno, para ir eliminando aquellas que se pudran.
Respecto a las acelgas, en las regiones de inviernos muy fríos con fuertes heladas, a partir de otoño será necesario conservar las raíces en el interior. Las hojas externas se cortan a la altura del cuello, dejando intactas las hojas centrales. Luego, evitando estropearlas, las raíces se guardarán en una bodega o despensa, dentro de una caja con arena ligeramente humedecida.
Las acelgas, si tienen un sistema radicular bien desarrollado, podrán pasar el invierno fuera. Si hace mucho frío, un acolchado de paja las protegerá de manera eficaz.
En las regiones de clima más suave las remolachas también se pueden dejar en la tierra durante el invierno, pero para ello se recomienda sembrarlas tarde, a finales del verano.
Se seleccionarán en primavera. Se pueden desenterrar a la altura del cuello para observarlas y eliminar aquellas que no parecen compatibles con las características de la variedad. Sin embargo, esta técnica no es la mejor para seleccionar las plantas para la producción de semillas. Lo mejor es arrancarlas, seleccionarlas y replantarlas de inmediato.
Respecto a las raíces de las remolachas que se han guardado en un silo durante el invierno, el trasplante se hace de manera que el cuello quede a nivel del suelo y luego se riega abundantemente.
El resto del ciclo es igual para las acelgas y para las remolachas.
Los tallos florales se desarrollan poco a poco, pudiendo llegar a medir hasta 1 metro y medio de altura. Se deberán sostener con una guía o tutor.
El proceso de formación de semillas de la remolacha y de la acelga puede ser difícil o imposible en las regiones donde la diferencia entre la duración del día y de la noche no es muy marcada, pues las flores necesitan de largos días de verano para fructificar.
Para cosechar las semillas, los tallos florales se cortan pasado el rocío, una vez que las primeras semillas estén maduras. Las semillas están agrupadas en glomérulos, es decir, en grupos compactos de entre 2 y 6 semillas. Se puede cortar todo de una sola vez, pero se corre el riesgo de perder una parte de las primeras semillas que hayan madurado. En cualquier caso, se recomienda continuar el secado en un lugar seco y ventilado.
La extracción se realiza frotando los tallos con las manos, utilizando guantes, o bien caminando suavemente sobre ellas o golpeándolas con un palo.
Para el cribado, se utiliza primero un tamiz grueso para eliminar los desechos más grandes y luego un tamiz más fino que retendrá las semillas, dejando pasar el polvo y los residuos más pequeños.
Finalmente, para eliminar los últimos desechos, habrá que ventearlas, ya sea soplándolas o con la ayuda del viento.
La etiqueta con el nombre de la variedad, la especie y el año de cosecha se coloca siempre en el interior de la bolsita. Si se escribiera solo en el exterior, podría borrarse.
Las semillas se pueden dejar durante unos días en el congelador para eliminar las larvas de parásitos.
Las semillas de acelga y remolacha tienen una viabilidad de 6 años, que puede llegar a extenderse hasta los 10 años. Esta duración puede prolongarse con condiciones de almacenamiento a baja temperatura.