La lechuga forma parte de la familia de las asteráceas y de la especie Lactuca sativa, y se divide en cuatro grandes grupos:
Las lechugas se caracterizan por una buena capacidad de adaptación. Hay variedades que resisten bien al frío del invierno, mientras que otras soportan los calores fuertes y tardan mucho en florecer. También hay variedades que se adaptan bien a cualquier condición climática.
La inflorescencia de la lechuga es un capítulo floral. Es hermafrodita y autofecunda. Esto quiere decir que los órganos sexuales masculinos y femeninos están presentes en la misma flor y son compatibles entre sí. Se dice que es autógama.
Por ello, existe el riesgo de polinización cruzada entre diferentes variedades gracias a la acción de los insectos, riesgo que aumenta en los climas más calurosos.
En ciertas regiones del mundo se pueden encontrar variedades silvestres de lechuga, con las que también pueden cruzarse.
Para evitar los cruzamientos intervarietales, las variedades de lechuga se cultivarán dejando una distancia de algunos metros en las regiones de clima templado y distancias mayores en las regiones más calurosas.
También es posible practicar el aislamiento varietal bajo un mosquitero fijo. Se puede consultar el módulo sobre el aislamiento mecánico en el «ABC de la producción de semillas» para conocer más detalles sobre esta técnica.
Otra posibilidad es la de escalonar en el tiempo la plantación de las diferentes variedades, para evitar que florezcan de manera simultánea. En ese caso, será necesario sembrarlas lo suficientemente temprano para que la planta tenga tiempo de formar sus semillas.
Esta película fue hecha en una zona de clima templado, en el hemisferio norte. No olviden adecuar el calendario al clima de su localidad.
Las plantas para producir semillas se cultivarán de la misma manera que las lechugas para el consumo.
Para garantizar una mayor diversidad genética, se seleccionarán al menos una decena de plantas.
Hay que prestar mucha atención a la selección de las plantas, en función de las características de la variedad: forma, color y época de siembra, para conservar estas características propias y que no desaparezcan con el paso del tiempo.
La lechuga arrepollada deberá tener un cogollo de hojas bien compacto. La batavia, tendrá hojas crujientes y dentadas.
La lechuga de invierno, como su propio nombre lo indica, se cultivará durante la estación fría, para formar sus semillas durante la primavera siguiente. De esta manera conservará su capacidad de resistir a las bajas temperaturas.
Las lechugas que no tengan estas características se descartarán. También se eliminarán las que florezcan demasiado pronto y las que no hayan completado su ciclo de desarrollo, pues reproducirán lechugas cada vez más frágiles.
Algunas variedades de lechuga tardan mucho en florecer, especialmente las de cogollo bien compacto. A veces habrá que realizar una incisión en la parte alta de la cabeza, con cuidado de no dañar el ápice de crecimiento, que es muy frágil, o bien abrir una por una las hojas que rodean el corazón de la lechuga. En clima húmedo, existe el riesgo de que las hojas se pudran. Será necesario quitarlas.
La lechuga en flor medirá alrededor de un metro de altura. Habrá que ponerle un tutor, ya sea individualmente o en grupo.
La planta alcanzará su desarrollo total y la maduración de sus semillas de manera progresiva. Según las condiciones climáticas pueden pasar entre 12 y 24 días desde la floración de los capítulos hasta la formación de las semillas. En la misma planta habrá simultáneamente yemas, flores y semillas.
Para comprobar si las semillas están maduras, se cosechará un capítulo seco y se aplastará entre el dedo pulgar y el índice. Si las semillas no se separan y se quedan pegadas al capitulo, aún no están maduras.
Cuando las semillas caigan con facilidad del capítulo, estarán listas para la cosecha.
Las semillas de mejor calidad son las que se encuentran en el tallo principal.
Las condiciones meteorológicas tendrán una gran influencia en la cosecha de las semillas. El tiempo lluvioso y húmedo impedirá una buena fructificación y serán más sensibles al ataque de los hongos si hay un exceso de humedad.
En ciertas regiones será preferible cultivarlas en un lugar protegido, como un invernadero.
Las semillas se pueden cosechar de tres maneras diferentes:
El primer método consiste en recolectar los primeros capítulos maduros para asegurar un mínimo de cosecha. Se colocará un balde, un saco o una tela bajo la planta y se golpearán las inflorescencias para hacer caer las semillas.
También se puede esperar a que al menos la mitad de los capítulos estén maduros para cortar los tallos florales, que se meterán en un saco grande y aireado. El saco se colgará en un cobertizo ventilado y seco. La semilla terminará de madurar sobre la planta.
La tercera posibilidad, que se utiliza en caso de que haga mal tiempo durante el periodo de maduración, consiste en arrancar las plantas con su raíz, colocando un saco a su alrededor para que la tierra y las piedrecillas no se mezclen con las semillas, colgando las plantas con la cabeza hacia abajo, en un lugar seco y aireado. Una buena parte de las semillas continuarán su maduración.
Para la extracción, los tallos florales deben estar completamente secos. Los capítulos se frotan entre las manos, lo que hará que la mayoría de las semillas se despeguen con facilidad. Las flores no fecundadas producirán semillas vacías. También se pueden golpear los tallos en un balde o cualquier otro recipiente grande.
Para cribar las semillas, se utilizan tamices de diferentes tamaños por los que se hacen pasar las semillas.
Al final, las semillas se ventean, para eliminar los últimos desechos. Se ponen sobre un plato o un recipiente plano y se soplan para que los restos más pequeños se vuelen.
También se puede aprovechar la brisa. Con cuidado se dejan caer las semillas en un recipiente, al aire libre, para que los desechos se vuelen. Se recomienda colocar el recipiente sobre una tela extendida, por si hubiera una ráfaga de viento inesperada.
A continuación se guardan las semillas en una bolsita. La etiqueta con el nombre de la variedad, la especie y el año de cosecha se coloca siempre en el interior. Si se escribe sólo en el exterior, podría borrarse.
Las semillas se dejan durante unos días en el congelador para eliminar las larvas de algunos parásitos.
Las semillas de lechuga tienen una viabilidad promedio de 5 años y pueden conservarla hasta 9 años o más, si se congelan. Si las condiciones de conservación no son las adecuadas, las semillas de lechuga pierden rápidamente su viabilidad.
Una planta vigorosa puede producir de 10 a 15 gramos de semillas.